La sociedad ha evolucionado en su manera de relacionarse, de establecer formas de vida, desde tiempos remotos, estas formas han dado como consecuencia actividades variadas que los han llevado a diseñar sistemas de producción, consumo, comercialización y de normas que rigen su sistema de vida y que de alguna manera van impactando en los diferentes ámbitos, políticos, económicos y sociales, pero sobre todo ambientales.
El imaginario social y natural que muchos estudiosos y científicos educadores del medioambiente han vislumbrado, lejos de ser una amenaza se han convertido ya en problemas no resueltos en los que hay que actuar con una urgencia insoslayable.
Por otra parte, las características predominantes de la economía mundial en las últimas décadas son la globalización y la revolución de la informática y las telecomunicaciones. La globalización es un fenómeno que se inscribe en distintas escalas espacio-temporales, de las cuales sólo conocemos algunos de sus rasgos y podemos deducir algunas de sus amenazas.
Sin embargo, la manera en que crecen los países industrializados, tomando como referencia el consumo de energía y los recursos naturales, así también la búsqueda de un crecimiento económico a corto plazo sin considerar el deterioro del medio ambiente, con capitales especulativos que viajan de un país a otro en búsqueda de oportunidades de inversión, se convierte precisamente en la problemática que hay que atender, no del desaceleramiento de la economía o viceversa, sino los efectos de los procesos industriales y tecnológicos de las actividades humanas que son el punto de discusión y supervivencia.
El diagnóstico de la problemática que se suscita es complejo: aumento de la población, pobreza, presión sobre el medio ambiente, negación de la democracia, violación de los Derechos Humanos, violencia étnica y religiosa, desigualdad social, económica y jurídica que se vislumbra en una visión macro en los procesos de desarrollo de las naciones.
En este último aspecto, la polarización aglutina en los países industrializados a los combustibles fósiles y agroquímicos y en los países en desarrollo se ubica la pobreza y degradación de la tierra. “No obstante, la globalización no es sólo un fenómeno económico, sino como se ha mencionado, es multidimensional. Desde esta perspectiva, “Un mundo más global es aquel en donde las ideas, mensajes, inversiones, patrones culturales sobrepasan los límites territoriales de los Estados-nación” ( Parodi: 2005).
La complejidad de las relaciones sociales de las que hablamos y sus consecuencias, tienen que resolverse de manera interdisciplinaria, atendiendo los ámbitos y visión holística e integral del desarrollo y por otro lado, la actuación de los sectores gubernamentales e institucionales, es decir que esas serían las condiciones básicas para la sustentabilidad.
Dentro de esas condicione se mueven muchos factores o elementos, sin dejar de ser primordial por supuesto la de los profesionales que intervienen en cada ámbito, así tenemos que se hace necesario no solo especialistas en temas ambientales, agrónomos, biólogos, etc., sino también de aquellos que tiene que ver con el modelo de desarrollo económico, cultural y sobre todo educativo.
Uno de los ejes de este sector que mencionamos es la educación para el desarrollo, se tiene que inscribir desde una visión global, desde la cual no se pueden aislar los problemas o comprender los conflictos sin echar mano de la interdisciplinariedad y el apoyo intersectorial, es decir una respuesta diferente, con un enfoque didáctico también globalizador e interdisciplinario en el que sus implicaciones organizativas y curriculares son evidentes y suponen un reto para la formación docente tradicional y dinámica de las escuelas.
Para ello, se planteó como metodología la transversalidad, para poder conjuntar con las disciplinas o materias de estudio básicas, porque parecían una suma o agregado en los programas de estudio planeados. A medida que fueron apareciendo los problemas se vio la necesidad de vincular las temáticas, sin embargo, podemos ver que las características más comunes en todos los temas, son los componentes que tienen una base actitudinal; y los valores y actitudes que se plantean apelan a los valores universales de igualdad, justicia social, respeto, solidaridad, y amor.
En este sentido, se hace necesaria la formación y actualización docente, para trabajar la educación ambiental en todas la las áreas del conocimiento de forma transversal en el currículum escolar.